Inicialmente, la guatemalteca Yolanda Aguilar venía a presentar su último libro “Femestizajes. Cuerpos y Sexualidades racializados de ladinas mestizas”, pero inevitablemente en los distintos encuentros que sostuvo en Santiago y Valparaíso en noviembre pasado, sus diálogos abordaron el despertar de Chile, proceso histórico que, a su juicio, vino a demostrar la necesidad de reconocer nuestros dolores.
Yolanda, antropóloga y terapeuta feminista de Guatemala, acumula una vasta experiencia en memoria histórica y acompañamiento a mujeres sobrevivientes de política sexual. Desde Q’anil, centro de formación, investigación y sanación transpersonal, trabaja con personas que acompañan, especialmente activistas sociales, a través de la llamada Terapia del Reencuentro.
En este último paso por Chile, Yolanda participó en diversos conversatorios, así como en un diplomado de terapia feminista en Casa Mundanas, copartes de Fondo Alquimia. El contexto socio político por el que atraviesa nuestro país inevitablemente marcó su estadía. Sus reflexiones, las comparte a continuación.
Entre el Dolor y la Rabia
Guatemala tiene una historia de conflicto armado que la llevó a construir una subjetividad muy vinculada al dolor, después de historias de genocidio y esclavitud sexual, de miles y miles desaparecidos y un conflicto armado que arrasó con el tejido social. Chile, en cambio, tiene una historia de acumulación de rabia, que según yo, da como resultado el estallido social, una rabia que va acompañada de frustración porque se les ofreció como estilo de vida el neoliberalismo y fracasó estrepitosamente.
Todo esto es muy interesante, porque en un país como Guatemala la emocionalidad colectiva que se construyó fue la tristeza, negando un poco la rabia y en Chile, la rabia ha negado la frustración y el dolor, sobre todo el dolor.
Encontrar esas similitudes me permite hacer reflexiones en el sentido de que necesitamos aprender a gestionar las crisis y aprender lecciones de qué es lo que estamos sintiendo y cómo sanar las heridas, algo de lo que en Guatemala tenemos mucha experiencia. Esto, porque haber trabajado tanto tiempo con memoria histórica nos ha llevado a encontrar herramientas, las llamamos sanación, y que ha sido básicamente nuestro énfasis de trabajo de Centro Q’anil.
Relevar las Emociones
Hacemos toda una cantidad de propuestas políticas y colectivas -y está muy bien- pero recordemos que toda esa expresión pública refleja una subjetividad, y si no la trabajamos -no quiere decir que lo vamos a poder hacer por miles y simultáneamente- si no tomamos conciencia que este despertar de Chile puede contribuir a reflexionar desde otros lugares, eso pasa por la subjetividad, por relevar nuestras emociones.
En general, no decimos, no hablamos. Es más fácil decir “me siento muy feliz” a decir “me siento muy triste” o decir “hoy no tengo ganas de hablar porque estoy enojadísima”. Existe la creencia de que son las ideas las que determinan las emociones y no es así: primero siento, y como nunca hablo de lo que siento, elaboro una idea, pero la idea es la racionalidad, la explicación.
Si niego la emocionalidad eso genera heridas muy profundas, y eso pasa en las parejas, las familias, conmigo misma y, por supuesto, en las sociedades.
Hacer el Duelo, Disfrutar la Incertidumbre
El duelo se refiere a morir en muchos sentidos, por ejemplo, dejar ir una relación, el duelo por el daño a los rostros de personas que han perdido un ojo, el duelo por no haber hecho su memoria histórica, de no haber reconocido lo que sucedió y que no se volvió a hablar. El duelo de la enfermedad. A veces queremos mucho a personas, familia, amigas, organizaciones y simplemente no queremos terminar esa relación a pesar de que nos hace daño.
Seguimos muchos mandatos: lo que piensan lxs demás, cómo ser, pensar, hacer, vivir, amar, ¡todo! Si estuviéramos más conectadxs con nuestras voces interiores, estaríamos más apegadxs a la intuición, a lo que el cuerpo nos está diciendo.
Un formato al que nos acostumbramos era esperar siempre que las cosas que iban sucediendo dependan de nosotrxs, pero como no sabemos lo que a va pasar en términos políticos, de alguna manera estamos esperando que la otra persona tome las decisiones, y lo que vaya a suceder dependerá de lo que fluya socialmente.
Se está construyendo algo nuevo, en las calles, con las vecinas, en las asambleas… permitir que eso suceda es soltar y cuando suelto, también hago un duelo: de esa forma de vivir que ya no me sirve. Así contribuyo a que suceda algo diferente.
A pesar de todo necesitamos aprender a disfrutar. Hablando con una compañera de Valparaíso, me dijo: “Estoy tan cansada de acompañar, pero me doy cuenta que puedo ir a tomarme un baño de tina y disfrutarlo profundamente”. Eso no es sentirme egoísta ni culpable porque solté esa manera, puedo disfrutar la incertidumbre.
Pensamos que la soluciones vendrán desde los Estados, pero no va a suceder, creemos que ellos tienen el control y no es así. Chile está dando un ejemplo de cómo la sociedad está expresando algo reprimido por mucho tiempo y ahí no hay certeza de nada.
Vivir desde la incertidumbre es algo maravilloso porque te quita un poco de importancia personal, no sos tú la que va determinar el rumbo de las cosas, sos una sujeta como muchas otras que están tomando decisiones.