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#50años de resistencias e insistencias. El hilo de la memoria feminista
8 Septiembre, 2023
Organizaciones
La imagen muestra dos fotografías paralelas. En ambas hay mujeres sosteniendo banderas de la AFEP. La foto de la izquierda es de 1986 y está en blanco y negro. La de la derecha está en colores y es de 2021,

En estos días en que se conmemoran cinco décadas del golpe Cívico-Militar, la activista e historiadora feminista Kimberly Seguel conversó con cuatro organizaciones de mujeres que se han mantenido al frente de la defensa de los derechos humanos en Chile.  Aquí hablan sobre el legado de resistencia, la solidaridad, la búsqueda de verdad y justicia, la acción de las mujeres organizadas y, sobre todo, de un activismo incansable que rompe el tiempo y continúa vigente hasta hoy.

La memoria feminista está tejida con un hilo que entrelaza las luchas de las organizaciones de mujeres en los últimos 50 años y que viene de antes. Durante todo el siglo XX, las mujeres se posicionaron con fuerza en la historia de Chile. Desde la conquista del derecho al voto hasta su acceso a cargos de representación popular, las mujeres conquistaron cada vez más derechos y una mayor presencia en el espacio público, haciéndose presentes y superando las omisiones e invisibilización de la historia social y política del país.

Esto explica por qué la dictadura -con su enfoque conservador y patriarcal- fue tan hostil hacia ellas como colectivo social. Esta suerte de ensañamiento abarcó desde la persecución a las militantes, pasando por la implementación de políticas de "empleo" que privaron a las trabajadoras de derechos laborales, profundizando su precariedad, hasta la política de exterminio que experimentaron en sus propios cuerpos. Además también tuvo repercusiones en las vidas de las miles de madres, esposas e hijas de las y los torturados, ejecutados y desaparecidos del régimen de Pinochet, dejando heridas profundas en sus familias y comunidades.

Con todo, las mujeres respondieron rápidamente desafiando el miedo impuesto por el terrorismo de Estado. A pesar de que Pinochet apelaba a ellas como aliadas y salvadoras de la patria, diversos grupos femeninos ofrecieron una respuesta antidictatorial apenas unos meses después del 11 de septiembre de 1973. Un caso destacado fue la creación de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP) que aunque se constituyó como una organización de carácter mixto, fueron las mujeres quiénes asumieron un papel predominante en sus actividades.

Así lo comenta Raquel Roa, actual Secretaria General de la agrupación: “Las primeras personas que salen a la calle son mujeres, las madres, las hijas, las nietas. Porque mayoritariamente, hay que decirlo, las ejecuciones o las desapariciones, en nuestro caso como los nuestros, afectaron a los esposos, padres y hermanos. Por eso, las mujeres empezaron a resistir de alguna manera y a denunciar lo que estaba pasando en nuestro país”.

De esta forma, ya en octubre de 1973 y con plena fuerza en 1976, las familias de las víctimas se organizaron con el propósito de buscar justicia, conocer la verdad sobre lo sucedido con sus seres queridos y denunciar públicamente los abusos cometidos por el régimen dictatorial de Augusto Pinochet.

Otro ejemplo de esta rearticulación se observó en las poblaciones, donde las mujeres de sectores más populares comenzaron a tomar acción. En sus inicios, esto fue impulsado en parte por iniciativas de sectores progresistas de la Iglesia Católica y algunas organizaciones de mujeres académicas, aunque también hubo movimientos más autónomos. Sin importar su origen, todas estas mujeres, poco a poco, fueron perdiendo el miedo al régimen. Se fortalecieron en torno al calor del fogón de las ollas comunes y las conversaciones en los talleres de autoformación. Este proceso impulsó a las mujeres a tomar las calles con determinación.

En la medida en que avanzaba la década de los 80, los chilenos y chilenas dejaron una huella significativa en su resistencia contra el régimen. El año 1983 adquirió un profundo significado, ya que la penuria económica y política ocasionada por la dictadura desencadenó una serie de protestas y movilizaciones que marcaron un antes y un después en la historia del país. Otro año trascendental fue 1987, conocido como el "año decisivo", un punto de inflexión irrevocable en la lucha contra el régimen. A lo largo de este proceso, las mujeres desempeñaron un papel fundamental al enseñar al pueblo chileno a perder el miedo y a soñar nuevamente con la democracia.

Resueltas 95

Urdiendo memorias

Valentía que persiste

En los primeros años tras la salida del régimen, la lucha por la democracia fue asumida por los discursos gubernamentales como una "justicia en la medida de lo posible", que no garantizó ni la verdad, ni la justicia, ni la reparación, ni para los sobrevivientes ni para las familias de las personas desaparecidas. En ese sentido, el manto de impunidad que había cubierto el actuar de la dictadura, se mantuvo intacto durante la post dictadura.

Frente a esta realidad, las mujeres organizadas sortearon los miedos y pesares dejados por el régimen y las organizaciones continuaron insistiendo. En esa línea la colectiva Resuelta Feministas Populares continúa hasta hoy con su trabajo iniciado en los años 80.

María Stella Toro integrante de la organización señala: "Resuelta es un colectivo que surgió a partir de mujeres pobladoras que eran parte de los talleres de la mujer pobladora en la zona sur de Santiago (...). El colectivo parte desde la lucha contra la dictadura, pero también tempranamente, a inicios de los años 90, es bastante clara la necesidad de continuar, porque gran parte de los problemas que vivíamos las mujeres y la población en general seguían manteniéndose”.

Derechos humanos con perspectiva feminista

Los pequeños avances logrados en los últimos años en materia de justicia y derechos humanos se deben en gran medida a la insistencia de estas mujeres y a los puentes continuos que han construido entre diferentes organizaciones. En particular, el movimiento feminista se ha convertido en un espacio dentro del cual las mujeres han podido resistir al silenciamiento y la impunidad, librando una lucha persistente y encontrando nuevas formas de analizar y abordar los desafíos planteados por la política del olvido y la desmemoria que restringen nuestra democracia.

En ese sentido, durante la década de 2000, después de una persistente pero poco reconocida lucha, muchas mujeres sobrevivientes a los centros de exterminio de Pinochet comenzaron a conformar colectivos y asociaciones femeninas. Estas mujeres, desde una perspectiva feminista, comenzaron a denunciar las violencias que habían sufrido en la dictadura y que hasta ese momento habían sido invisibilizadas. En esta línea, se creó el Colectivo de Mujeres Sobrevivientes Siempre Resistentes (CMSSR), compuesto principalmente por mujeres que sobrevivieron a distintos centros de detención política y tortura en Santiago. Esta organización se convirtió en un espacio fundamental para comprender las dimensiones patriarcales del régimen militar y que permanecen en el implantado modelo neoliberal.

Así lo explica Beatriz Bataszew, integrante y fundadora de la organización: “El tema fundamental que nosotras activamos o queríamos poner sobre la palestra, era la violencia política sexual, que no era para nada acogido por las organizaciones de derechos humanos por las cuales transitábamos. Decidimos formar un colectivo que fuera feminista y transgeneracional. La violencia política sexual no existía como una demanda por parte de los derechos humanos, y si existía, era considerado, más bien un daño colateral que habíamos sufrido las mujeres”.

El colectivo de Mujeres Sobrevivientes se convirtió en un ejemplo no solo para otras sobrevivientes, sino también para cientos de mujeres feministas de generaciones más jóvenes. Al decidir establecer su propio colectivo feminista y transgeneracional, estas mujeres estaban tomando la iniciativa de resaltar la importancia de la violencia política sexual como un tema central que merecía una atención y acción específicas. Esta interpretación constituye un avance significativo en el reconocimiento de las víctimas, puesto que en ese momento esta forma de violencia no se consideraba una demanda prioritaria en el ámbito de los derechos humanos, sino que se minimizaba como un "daño colateral".

Como señalábamos anteriormente, el CMSSR sirvió de inspiración para otras organizaciones, tal como lo destaca Ester Hernández, ex prisionera política e integrante de la colectiva feminista Urdiendo Memorias de Concepción. Para Ester, la colaboración entre organizaciones feministas ha desempeñado un papel fundamental en la supervivencia de sus demandas como organización, al mismo tiempo que contribuye a reivindicar una memoria colectiva dentro del movimiento feminista, a partir de la experiencia de mujeres que no se han rendido y que persisten en la búsqueda de un cambio radical en la sociedad.

Las áreas de acción de todas estas organizaciones han sido variadas. Tal es el caso de la colectiva Urdiendo Memorias, como lo describe Ester Hernández al referirse al activismo que ha llevado su organización: “Hemos pasado de lo íntimo a lo privado, y de lo privado íntimo a lo público, a través de la obra de teatro, el mural, el libro, los conversatorios y el documental 'Memoria Viva”.

Por otro lado, Raquel Roa de la AFEP, también ha destacado la influencia de las perspectivas feministas en las organizaciones de derechos humanos: “Nuestra agrupación ha experimentado grandes cambios, especialmente en nuestro lenguaje, que ahora es más inclusivo al reconocer las distintas formas de violencia que enfrentan las mujeres en todas las esferas de la sociedad. Llamamos a la sociedad y al pueblo a reconocer que la lucha de las mujeres ha provocado cambios significativos y que debemos trabajar juntos para construir la sociedad por la que tantas compañeras y compañeros lucharon y que nos fue arrebatada por la dictadura”, comenta.

Estrategias feministas como legado para el futuro

CMSSR

Resueltas Feministas

A pesar de la fuerza que han mostrado estas mujeres, las luchas de sus organizaciones han sido increíblemente desafiantes. Como mencionamos anteriormente, estos 50 años representan un período de perseverancia y resistencia constante. La mayoría de las agrupaciones mencionadas han tenido que enfrentar la violencia estatal, la impunidad en el sistema judicial y la apropiación de sus demandas por parte de actores políticos, entre otros obstáculos. Sin embargo, es gracias a su inquebrantable determinación que la sociedad chilena ha logrado ciertos avances en el reconocimiento social de sus demandas.

Según Beatriz Bataszew del CMSSR, estos avances sociales, principalmente en las mujeres y las generaciones más jóvenes, son símbolos que han contribuido a una cierta reparación social para las personas victimizadas por el régimen. Para ella, las propias sobrevivientes a la dictadura han impulsado una especie de "autorreparación" a través de la reflexión conjunta con las generaciones más jóvenes, fortaleciendo así la memoria autónoma del pueblo, especialmente la de las mujeres.

No obstante, en una nación donde la impunidad y el negacionismo han prevalecido, y donde las "víctimas" han debido buscar justicia o reparación por sí mismas, los desafíos que aún tenemos por delante son considerables. Raquel, de AFEP, cree que, para enfrentar estos desafíos como sociedad chilena a 50 años del golpe de Estado, debemos recurrir a la solidaridad y a la preservación de la memoria.

"En cuanto al futuro, creo que la unidad es lo único que necesitamos hoy día con el pueblo para avanzar y seguir luchando para no permitir que los grandes poderes económicos nos aplasten. A 50 años del golpe, estamos casi a punto de legitimar nuevamente una Constitución que fue escrita entre cuatro paredes. Hay que mencionar que también fue escrita por la fuerza y con el miedo de la población, con sangre de compañeros y compañeras”, subraya.

En opinión de Ester Hernández de Urdiendo Memorias, el desafío que esta conmemoración nos plantea debe ser abordado con persistencia y sin temor: "Este llamado es a que las mujeres puedan denunciar sin temor, sin quedar tan dañadas, y a que rompamos con este daño transgeneracional que nadie ve, pero que ha sido tan complejo para todas las familias y mujeres que han vivido estas situaciones."

En el camino hacia la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado en Chile, María Stella Toro, integrante del colectivo Resueltas Feministas, nos ofrece una reflexión final sobre la importancia de mantener viva la memoria y la resistencia: "Para nosotras, es importante resistir, memorar, compartir, conversar, también reírnos, bailar, pensarnos desde el cuerpo, pensarnos desde esta historia larga que tejen los feminismos. Sigue siendo importante poder generar estos espacios, estos espacios de conversación, estos espacios de visibilidad, y que ninguna historia, que ninguna de nuestras historias, ni de nuestras compañeras, las que están y las que ya no están, queden olvidadas".

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